El Nuevo Herald: “La voz de la congresista no debería mezclarse con la de un aspirante a dictador, por muy “genial” que diga ser.”
El fin de semana pasado, María Elvira Salazar asistió a la inauguración del presidente salvadoreño Nayib Bukele, felicitándolo tanto por su victoria como por las políticas de su administración.
Mientras tanto, Bukele está mostrando “señales claras de un autócrata que consolida su poder”, y reportajes del Nuevo Herald dicción que el presidente “declaró el estado de excepción para eludir los controles constitucionales, ha detenido a miles de personas sin cargos con el pretexto de reprimir a las pandillas y ha llenado la Corte Suprema para permitir reelecciones indefinidas”.
A Salazar le encanta presentarse como una defensora de la libertad, pero está muy feliz de respaldar a aspirantes a dictadores cuando le conviene, como Bukele y como Donald Trump. A pesar de que Trump prometió ser un dictador “desde el primer día” y describió con entusiasmo su peligrosa agenda por un segundo mandato, Salazar no podía esperar para respaldar al delincuente ahora condenado por fraude y su agenda extrema.
Portavoz del Comité de Campaña del Congreso Demócrata (DCCC, por sus siglas en inglés) José Muñoz:
“Hace tiempo que María Elvira Salazar abandonó su fachada moderada y abrazó con entusiasmo las agendas dictatoriales de sus aliados, tanto en casa como en el extranjero. Cuando hay poder político que tomar, Salazar está demostrando que no permitirá que nada se interponga en su camino”.
Como congresista cubanoamericana de Miami, María Elvira Salazar debería entender de primera mano los peligros que suponen los gobernantes autoritarios en América Latina. Muchos de sus electores huyeron de las duras dictaduras de Fidel Castro en Cuba, Nicolás Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua.
Esto hace que su viaje a El Salvador el fin de semana para asistir a la segunda toma de posesión del controvertido presidente Nayib Bukele —junto con una delegación republicana alineada con el ex presidente Donald Trump— sea preocupante y desconcertante. Salazar, anticomunista acérrima y luchadora por la democracia en América Latina, sabe mejor que nadie que no debe honrar a alguien que se autodenomina “el dictador más genial del mundo”.
“Mis felicitaciones al presidente @nayibbukele por ganarse un segundo mandato para representar a su pueblo. Miami y su comunidad centroamericana tienen un socio con el que podemos trabajar desde el Congreso para aplastar con éxito a las pandillas que amenazan nuestro hemisferio. ¡Felicidades, presidente Bukele!”, escribió Salazar en Instagram el sábado.
Un editorial de El Faro, periódico digital de Centroamérica, decía de la toma de posesión que “Nace una dictadura”.
Eso es porque la Constitución salvadoreña prohíbe a los presidentes aspirar a segundos mandatos de cinco años, pero, en 2021, Bukele y los legisladores aliados desmantelaron el tribunal constitucional, eliminando el obstáculo para su reelección. Apuesto a que dentro de cinco años volverá a presentarse. Por supuesto, Bukele fue reelegido con el 85% de los votos.
Trump y otros republicanos han adoptado a Bukele como un aliado latinoamericano. Salazar formaba parte de un apretado grupo de partidarios de Trump que asistieron a la toma de posesión, encabezados por Donald Trump Jr. El grupo incluía al representante de la Florida Matt Gaetz, al senador de Utah Mike Lee, a la ex estrella de Fox News Tucker Carlson.
Salazar, quien fue elegida en gran medida por su postura de línea dura sobre la dictadura cubana, debería saber mejor que apoyar a otro líder latino ávido de poder en una región que está siendo cortejada por Rusia y China más que nunca.
Otros congresistas cubanoamericanos no viajaron a El Salvador.
Pero Salazar ignora el hecho de que algunos salvadoreños acusan a Bukele de desmantelar sistemáticamente la democracia salvadoreña. Declaró el estado de excepción para eludir los controles constitucionales, ha detenido a miles de personas sin cargos con el pretexto de reprimir a las pandillas y ha llenado la Corte Suprema para permitir reelecciones indefinidas. Estas son señales claras de un autócrata que consolida su poder; sin embargo, Salazar tuiteó que “necesitamos un Bukele en Cuba, Venezuela y Nicaragua”.
Salazar sabe mejor que nadie que los hombres fuertes de la calaña de Bukele maduran hasta convertirse en dictadores hechos y derechos que reprimen a su pueblo y, si defiende la democracia en Cuba y en Estados Unidos, también debería hacerlo en El Salvador.
Salazar conoce bien el sufrimiento de la gente bajo gobernantes que concentran el poder en sus propias manos. Respaldar a Bukele va en contra de los valores democráticos que defiende Salazar.